La curiosa naturaleza de Zeta Ophiuchi , un titánico astro azulado 20 veces más masivo que el Sol radica en una trayectoria y velocidad que no tienen nada que ver con el resto de estrellas en la Vía Láctea. Situada en estos momentos a 400 años luz de la Tierra; En vez de orbitar de forma estable alrededor del centro galáctico en el que vive el agujero negro Sagitarius A, esta estrella fugitiva viaja en una trayectoria libre a unos 162.000 kilómetros por hora generando una onda de choque de millones de kilómetros de diámetro en el complejo de nubes de Rho Ophiuchi, una de los criaderos de estrellas más cercanos al sistema solar;
La velocidad peculiar de Zeta Ophiuchi ,es decir, su velocidad en comparación con la del fondo galáctico, es de 30 kilómetros por segundo. A la vez, la estrella tiene una velocidad rotacional de 400 kilómetros por segundo.
La combinación de velocidad y el campo magnético de la estrella resulta en la onda de choque es el resultado de la interacción entre el campo magnético y la materia que sale de la estrella a medida que atraviesa las nubes de polvo y gas interestelar de Rho Ophiuchi, como si fuera el agua rompiendo contra el casco de un barco. La estimación de los científicos es que la temperatura de esta ola de proa cósmica es de decenas de millones de grados.
La estimación de los científicos es que sólo hay unas 10.000 estrellas de esta clase en la Vía Láctea, una cifra insignificante en comparación con las más de 100.000 millones de estrellas en nuestro vecindario cósmico. Y viajan a hipervelocidad, astros con tal aceleración que escapan a la atracción gravitatoria de nuestra galaxia y saldrán al espacio intergaláctico. De hecho, las estrellas más rápidas de este grupo ni siquiera tienen su origen en la Vía Láctea, sino que ya salieron disparadas hace millones de años de la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana que orbita la nuestra.
El origen de estas estrellas todavía no está definido; algunas simulaciones muestran posibles interacciones con objetos de gran masa, como agujeros negros, que actúan de hondas gravitacionales; por el momento se cree que su origen está en los sistemas binarios, parejas de estrellas que rotan una en torno a la otra.